Probablemente, el elefante es el primer animal que te viene a la cabeza cuando piensas en Tailandia. Y es normal, estos imponentes animales han estado estrechamente ligados a la cultura tailandesa durante miles de años.
Sin embargo, esto ha supuesto un abuso brutal sobre ellos, como desgraciadamente ocurre con tantas y tantas especies. A veces por pura falta de escrúpulos y otras, por no estar bien informado. Si crees que puedes ser de los segundos te pido que me leas hasta el final.
En este post no vas a encontrar imágenes de elefantes sufriendo, con heridas abiertas, siendo castigados, obligados a hacer cosas estúpidas o “rompiéndoles el alma” (que así se llama al proceso para conseguir que tengan terror a los humanos). Aquí solo quiero convenceros para que no seáis cómplices de una tortura y que veáis que se puede disfrutar de estos animales y volver a casa con la conciencia tranquila.
Puede que hayáis oído opiniones del tipo “pues yo fui a tal sitio y los trataban muy bien” (que, por otro lado, es obvio, no les van a moler a golpes delante de los turistas). Solo hay dos sitios donde realmente podéis estar seguros que están bien cuidados.
Elephant Nature Park – en Chiang Mai.
Elephants World – en Kanchanaburi.
Se trata de una organización que rescata elefantes que han sido explotados en circos, de los que usan para trabajar en la tala de arboles, algunos que ya son demasiado viejos y los dueños los dejan ahí, etc.
Yo he estado en Elephant World, en Kanchanaburi, a un par de horas de Bangkok. Tienen muchos programas pero el típico, y el que yo hice las dos veces que los he visitado, es el programa de un día.
Hay que reservar con unos días de antelación, porque siempre hay bastante gente que quiere ir. Las reservas se hacen a través de su página web (pincha aquí). Te piden tus datos y el sitio donde quieres que te pasen a buscar. Si aun no lo sabes, puedes avisarles con dos días de antelación por email (así es como lo he hecho yo siempre) y por supuesto, tienes la opción de ir por tu cuenta!
El recinto está a una media hora en coche de la ciudad de Kanchanaburi, en un entorno espectacular, rodeado de naturaleza y al lado del río.
El programa de un día consiste en lo siguiente
1. Te pasan a buscar a la dirección que les hayas indicado a las 9:00 de la mañana.
2. Nada más llegar, ya puedes ver a los elefantes caminando por ahí. Todos tenéis que pasar por recepción, decir el nombre de quien ha hecho la reserva y pagar.
3. Unos voluntarios os explican en que va a consistir el día, os dan las indicaciones de cómo hay que actuar con los elefantes y pasáis al almacén a coger las cestas de fruta para alimentarlos. Los elefantes se van colocando a lo largo de una pasarela de madera para que cada persona o pareja, alimente a uno de los elefantes.
4. Cuando ya todos han terminado de comer, podéis observar desde la pasarela como vuelven a sus cosas. Unos pasean por ahí, otros se dan un baño, los más pequeños juegan entre ellos.
5. Después pasáis a preparar la comida de los más ancianos. Esos elefantes que tienen los dientes tan desgastados que no pueden comer fruta o ramas, y que son alimentados con una masa de verduras, arroz y complementos alimenticios.
6. Una vez lista la comida de los elefantes, es hora de que comamos nosotros. Tienen varias bandejas de comida muy variada de las que cada persona puede echarse lo que quiera.
7. Ya con el estomago lleno, vamos a alimentar a los elefantes más ancianos con la comida que hemos preparado antes. Se les puede dejar que la cojan con la trompa o si te atreves… dársela directamente en la boca!
8. Cuando ya han comido llega la hora del baño y todos, visitantes, voluntarios y elefantes vamos hacia el río. Aquí es especialmente importante seguir las indicaciones, los elefantes se meten en el río y por grupos, los visitantes se van metiendo también con cubos para echarles agua por encima. Como además suele pillar ya atardeciendo… el momento es completamente mágico.
Sobre las 16:00, la actividad termina y los conductores que te han traído te vuelven a llevar a tu hotel, con la sensación de haber vivido una experiencia maravillosa, exótica y que, probablemente, recuerdes toda la vida. Y lo más importante, sin haber participado en el maltrato animal.