Acabado el Loy Krathon mi próximo destino sería Pai. Un pequeño pueblo perteneciente a la provincia de Mae Hong Son, no muy lejos de la frontera con Myanmar y que descansa en un valle rodeado de montañas.
Para llegar hasta allí tuvimos que recorrer, nada más y nada menos, que las 762 curvas que lo separan de Chiang Mai. Mis compañeras de viaje en esos días, Analucía de «Viajar para Vivir« y Thais, de “Serendipia por el mundo”, tomaron la recomendada biodramina para evitar mareos. A mí me gusta que haya un poquito de riesgo y confiaba en mi capacidad de mantener las nauseas a raya. Nada de medicamentos.
El método de transporte elegido fue una mini van que cogimos en la estación de autobuses de Chiang Mai y, por 150 baths, recorrimos, bien apretaditos, los 146 km llenos de curvas que separan ambas ciudades, disfrutando de las maravillosas vistas que esta provincia, llena hasta las cejas de vegetación, nos regalaba.
Después de tres horas y pico por la serpenteante carretera y otro rato hasta que llegamos al hostal que habíamos reservado, nos encontramos con esto:
Parece que la cosa pintaba bien y que esas hamacas nos regalarían bastantes momentos de tranquilidad, especialmente cuando el sol ya se hubiese ido.
Dejamos las cosas en la habitación y salimos a dar un paseo por este encantador pueblo.
Descubrimos un hostel cercano al nuestro, “Circus School & Resort”, con una piscina. Si no estás alojado allí cuesta 100 baths entrar a disfrutar de sus estupendas vistas metido en el agua (y te dan la toalla). Un día pagamos la entrada y al día siguiente nos cambiamos. Los servicios son bastante básicos, pero una cama en una enorme cabaña compartida con once personas más sale por 150 baths la noche. Con el calor que hizo esos días, solo por la piscina merecía la pena quedarse allí.
Leí por ahí que “Pai no es un lugar, es un estado mental” y me parece una definición muy acertada. Aun que esté situado en una zona bastante idílica, al lado de un rio en un valle rodeado de montañas, no difiere mucho, paisajísticamente hablando, de otros pueblos de esa zona. Tiene algunas cosas para ir a visitar: una estatua de buda, unas cascadas, unas aguas termales… pero nada especialmente espectacular. ¿Por qué entonces tanta gente recomienda encarecidamente ir a Pai? ¿Qué tiene de especial Pai? La respuesta no tarda en llegar una vez que estás allí. Lo que hace especial a Pai es su ambiente. Ese ambiente de tranquilidad y buen rollo que se respira por todas partes. Esa paz. Eso es lo que engancha, lo que enamora y lo que hace que Pai sea un sitio a marcar en tu ruta por Tailandia.
Y a disfrutar de ese ambiente es, básicamente, a lo que dedicamos nuestra estancia en este maravilloso lugar. A pasear, a reírnos, a comer bien, a tomar zumos de sandia y a mirar las estrellas tumbados en las hamacas del porche de nuestra habitación.
He de reconocer que me he tenido que poner al dia leyendo los ultimos post…han sido una locura estos ultimos dias y sin darme cuenta me he encontrado todo esto… la sensacion que me queda es de que has hecho mil cosas en muy poco tiempo, y que me falta cuerpo para contener tanta envidia sana y ganas de estar ahi! La experiencia que te vas a llevar de por vida va a ser brutal y digna de admiracion. Sigue posteando y llenando esa experiencia, los demas trataremos de que nos llegue algo de todo aquello con tus lineas jajaja un abrazo Felipon!
Muchas gracias, Jose!
Y eso que voy con toda la calma del mundo, que si un día me apetece pasármelo en una hamaca leyendo lo hago (de hecho… lo he hecho unas cuantas veces ya). Pero aún así se viven tantas cosas que parece que llevas mucho más tiempo. Me parece que hace un montón de ese Felipe que aterrizo en Bangkok a las 8:00 de la mañana más perdido que un burro en un garaje, pero sigo disfrutando cada día tanto como disfruté el primero y… lo seguiré contando.
Un abrazo!