Cuando alguien me pregunte por las Islas Perhentian, situadas en la costa este de Malasia solo le podré responder una palabra: Paraíso.

Yo me quedé en la pequeña Kecil Perhentian. Un lugar  que es una auténtica delicia para los sentidos. Aguas cristalinas y exuberante vegetación que se fusionan en exquisitas playas de arena blanca.

Playas paradisiacas de Malasia.

Pero, después de más de cuatro meses en Asia y, al igual que en otras facetas de mi vida, ya no me impresiona una cara bonita. Tiene que tener algo más si quiere gustarme y… sin duda, Perhentian lo tiene.

Nada más desembarcar, como a las 8:00 de la mañana fui dando un paseo por la playa buscando alojamiento. Encontré uno donde se veían algunas tiendas de campaña y para allá que fui. Tiendas de campaña y precios baratos suelen ir de la mano.

El hombre, con una sonrisa de oreja a oreja me dijo que no les quedaban tiendas libres, pero que creía que uno de los huéspedes se iba esa misma mañana así que, si quería, podía esperar un rato a que se levantara y preguntarle. Era muy temprano y venía cansado de toda la noche de viaje, pero como las opciones que tenían eran esa o coger una habitación normal 4 o 5 veces más cara, me quite unas playeras que no volvería a usar en varios días y disfruté del té al que me invitó.

Estuvimos un rato hablando de los temas típicos junto con otra chica, de madre alemana y padre iraquí, que había venido conmigo en el mismo barco, hasta que se levantó el tipo que se suponía que se iba a ir. Malas noticias: Decidió quedarse un día más.

Parecía que no había más remedio que pagar bastante más por el alojamiento de la primera noche (por otro lado, un precio que yo ya venía con la idea de pagar).  Sin embargo, el señor, con esa tranquilidad típica de quien duerme escuchando el sonido del mar, me dijo que iba a intentar buscar otra tienda y que si no la encontraba, me dejaba su hamaca y listo.

Pero… La encontró!

Alojamiento barato en las Islas Perhentians.

Era una tienda mucho más pequeña que las demás (aproximadamente la mitad) y la cremallera no corría muy bien. Tampoco tenía colchón, así que tendría que dormir directamente en el suelo (el suelo es de arena de playa así que no era tan grave).

Un alojamiento muy muy básico, pero con gente amable, playas paradisiacas rodeadas de arrecifes de coral y la brisa del mar a todas horas, yo tenía más que suficiente. Además el dinero que me ahorraba en el alojamiento podía emplearlo en otras cosas… como en hacer snorkel, por ejemplo:

Snorkel en el paraíso.

Por 5 ringgits (1,23 €) puedes alquilar unas gafas de bucear y un tubo y pasar un día estupendo recorriendo la zona flotando tranquilamente por la superficie. La multitud de arrecifes, anemonas, peces payasos, peces loro, rayas de puntos azules e incluso alguna tortuga no te dejaran salir del agua hasta estar agotado.

Tortuga en las Islas Perhentians de Malasia.
Peces payaso en sus anémonas.
Buscando a Nemo en el paraíso de Malasia.

Y si te quedas con ganas de más puedes hacer uno de los tour de snorkeling que ofrecen por todas partes por 35 ringgis (8,64 €). Dura desde las 10.30 como hasta las 17:00 de la tarde (con parada para comer). Te llevan a 5 puntos diferentes donde  volverás a ver preciosos arrecifes con toda la vida que se desencadena en ellos, enormes tortugas y, a no ser que tengas la “maldición del tiburón” como me pasa a mí, será muy fácil que veáis tiburones (yo necesité dos tours para verlos, pero al final también lo conseguí)

Como no escribo tan bien como para que os podáis imaginar la belleza del lugar, me callo ya y os dejo unas cuantas fotos:

Pez loro haciendo snorkel en Malasia.
Arrecifes de coral de Malasia.
Buscando a Nemo en las Islas Perhentians.
Enorme tortuga verde en libertad en Malasia.

Y para cerrar el post quiero destacar a qué me refiero cuando digo que “además de una cara bonita, tiene que tener algo más”.

Tiene que tener gentes amables, gentes con las que puedas interactuar, pasarlo bien, reírte, hablar, enriquecerte de lo que ellos te cuentan además de que ellos se enriquezcan con lo que les cuentas tú. Gente que te vea como lo que eres, una persona que viene desde muy lejos para aprender de su país y su cultura y no como un dólar con patas (que encima, en todo caso, yo soy una moneda de 5 céntimos con patas).

Nunca me cansaré de decirlo, el decorado puede ser maravilloso pero lo que le hace brillar son sus actores. Y en las Islas Perhentian he vuelto a encontrar actores que se merecen un Oscar.